Parece que el tiempo de los gestos grandiosos en el arte hoy ha terminado por ceder ante la introspección y la contemplación. Entre las propuestas recibidas a la convocatoria de escultura y dibujo en pequeño formato, hecha por La Balsa Arte, resuenan estas palabras. Aunque sugieren pasividad, mirando con cercanía dan cuenta de persistencia.
Hay infinitos más pequeños que otros es una selección de piezas donde introspección y contemplación aparecen por la acumulación de acciones repetidas para fabricar una versión cercana de la inmensidad del mundo. Los gestos aparentemente sencillos de tocar la tierra, caminar sin rumbo, dibujar, recolectar, coser, cocer, ensamblar, moldear; estas acciones, cuando son un largo diálogo con el material, se vuelven oficio.
En el encuentro de estos pequeños objetos hay un universo formado por el azar y la coincidencia en el tiempo. Es una invitación a asombrarse con lo cotidiano, poetizar el fin del mundo, hacer jardines sobre el papel, conservar la memoria como un encurtido, y por qué no, ver con humor la catástrofe.
