Estampillas, secretos y camafeos: Laboratorio de dibujo y miniaturas




Laboratorio de dibujo e ilustración en el área cultural del Banco de la República, Colección Filatélica, Medellín, a cargo de César del Valle.

Descripción general:

En este laboratorio se propone primero hacer un repaso de técnicas básicas de dibujo a través de diferentes instrumentos y papeles orientadas al dibujo en miniatura, tomando como referencia los tratamientos gráficos y los motivos de estampillas en la colección del Banco de la República, para que luego cada participante se proponga la elaboración de una serie de estampillas para, tal vez, unas cartas imaginarias. Lo anterior acompañado de lecturas esporádicas de cartas de diferentes autores.


Más información e inscripciones:  

banrepcultural.org/medellin


Los Anti-dibujos de César del Valle

 

A lo largo de la historia del arte, el dibujo ha sido uno de los medios de trabajo más importantes para los artistas pero, al mismo tiempo, aunque parezca paradójico, es también el más evasivo y difícil de comprender. En el contexto del Renacimiento de los siglos XV y XVI se consideraba que era el fundamento que vinculaba entre sí la arquitectura, la escultura y la pintura, todas ellas hijas del dibujo y, por tanto, iguales en dignidad como afirmaba Miguel Ángel.

Quizá las paradojas del dibujo puedan comprenderse mejor si se piensa que estas ideas, originalmente formuladas en lengua italiana, nos hablan de artes del “diseño”, una palabra cuyo significado involucra y unifica dos actividades (diseñar y dibujar) que en español tendemos a creer que pueden diferenciarse con claridad: el dibujante tendría la capacidad de entregarnos la esencia de la realidad que reproduce (una especie de esencia visual) mientras que el diseñador se ubicaría en el plano de estructuras abstractas y formales que, en definitiva, le permiten producir una nueva realidad.

Sin embargo, cuando nos detenemos a reflexionar frente a un dibujo -incluso uno de aquellos que crean en nosotros la ilusión de estar en contacto con la realidad misma-, descubrimos que se trata de una abstracción completa pero práctica y pragmática, y que son las convenciones culturales las que nos hacen creer que estamos ante la realidad: superficies planas que sabemos que debemos entender como tridimensionales, contornos o difuminados que no posee ningún rostro real, y así sucesivamente.

César Del Valle (Pereira, 1985) ha convertido la reflexión acerca del dibujo en el fundamento y finalidad de su trabajo artístico. En esa dirección, en 2016 presentó en la entonces Galería de la Oficina, de Medellín, una muestra titulada “Antidibujos”, después de un largo proceso de dibujos perfectamente miméticos. La exposición, con una fuerte carga conceptual, podía recogerse en una obra que, en una corta frase, se preguntaba por la realidad de ese trabajo: “El dibujo no es la imagen, no es el soporte, no es la herramienta, no es el dibujante. ¿Qué es el dibujo?”. La obras presentadas ofrecían múltiples posibilidades de replantearse el problema y, en definitiva, muchas formas de dibujar que intentan responder a la pregunta básica.

“Cuadrado”, de la muestra “Antidibujos”, es una instalación de gran formato realizado en papel grafito. César del Valle utiliza este tipo de papel que, en un proceso similar al del papel carbón, se usa para transferir imágenes en procesos de dibujo y pintura; es decir, su empleo interroga las ideas de copia y de mímesis presentes en el arte tradicional. Por lo demás, se vale del hecho de que el papel grafito se pliega para empacarlo con fines comerciales, de donde resulta un esquema abstracto de gran simplicidad; finalmente, cada pliego se sostiene con imanes ubicados en las esquinas superiores, lo que permite generar una especie de vibración que se convierte en juegos de luces y sombras.

Con frecuencia se afirma que el arte contemporáneo se caracteriza por ser una obra que reflexiona esencialmente sobre el arte y sobre la realidad a través de él. Frente a las convenciones históricas, conservadas muchas veces porque, a fuerza de repetirlas, se volvieron fáciles y perdieron el poder de inquietarnos, la obra de César del Valle, que desmonta ese principio del arte que es el dibujo, formula una especie de tábula rasa donde la producción artística solo es posible a partir del rigor de la conciencia crítica.

 

Carlos Arturo Fernández
PhD en Historia del Arte y PhD en Filosofía
Profesor e investigador emérito UdeA


Instagram: Carlos Arturo Fernández

Behance: Antidibujos




 

vivirenelpoblado.com



Un cuadrado blanco a escala natural

 

Un cuadrado blanco a escala natural. Intaglio y lápiz sobre papel / One life-size white
square. Intaglio and pencil on paper / 2021
 


Un cuadrado blanco a escala natural (detalle) / One life-size white
square (detail)



Cita a ciegas: Texto y catálogo

 

María Isabel Rueda - César del Valle. 70 x 100 cm. Técnica mixta sobre papel. 2021




Cita a ciegas es un ejercicio creativo que planea 
una serie de relaciones en todos los sentidos...


Desde hace mucho tiempo el arte plantea relaciones en todas las direcciones. Hoy más que nunca las prácticas artísticas hacen un llamado a crear en colectivo, a encontrarse, dialogar, intercambiar ideas y colaborar de muy diferentes maneras, tanto como un remedio antipandémico como para nutrir y consolidar la propuesta de los artistas contemporáneos. Esta definición del arte como ente relacional por naturaleza, es expuesto de forma muy clara y contundente en la Estética relacional de Nicolás Bourriaud (2006) cuando dice, entre otras líneas, que el arte, porque está hecho de la misma materia que los intercambios sociales, ocupa un lugar particular en la producción colectiva. Una obra de arte posee una cualidad que la diferencia de los demás productos de la actividad humana: su (relativa) transparencia social. Si está lograda, una obra de arte apunta siempre más allá de su simple presencia en el espacio; se abre al diálogo, a la discusión, a esa forma de negociación humana que Marcel Duchamp llamaba "el coeficiente de arte", un proceso temporal que se desarrolla aquí y ahora (pág. 49). 

Esta preocupación por mantener relaciones sociales, artísticas, culturales, plásticas, estéticas, discursivas, emocionales, reflexivas, y hasta comerciales, es parte de muchos de los artistas que participan de esta exposición. Vale resaltar aquí el trabajo que por muchos años desarrollaron Juan Mejía (Charlottesville, VA, E.U., 1966) y Wilson Díaz (Pitalito, 1963), algunas veces bajo el seudónimo de Colectivo Sputnick, otras a su nombre, en el que resalta la muestra de videoarte Videohogar (1995) y la serie gráfica Saltando matones (1995-96). Otro ejemplo de este interés por el intercambio conceptual, técnico e interpersonal lo ha sostenido Luz Lizarazo (Bogotá, 1966), además de Cita a ciegas, colaborando con revistas y periódicos, realizando ponencias en espacios académicos, trabajando junto a artesanos −costura, tejidos, vidrio soplado− y desarrollando propuestas con entidades de derechos humanos de las mujeres. Otro ejemplo de ello, es la participación en el 45 Salón Nacional de artistas – el revés de la trama− (2019) en el que Lucas Ospina propuso una serie de dibujos creados a partir de las obras de los demás artistas que participaban de la exposición Arquitecturas narrativas −que revisaba el lenguaje del cómic− y de la cual Ospina formaba parte. Asimismo, Mateo López fusiona cada vez más su trabajo visual con otras disciplinas como la danza, el teatro y el cine, dando lugar a una obra expandida.

Precisamente, bajo la premisa de generar un espacio desde el cual suscitar encuentros y desafiar la creación artística, Jorge Julián Aristizábal (Medellín, 1973) y Luz Lizarazo −también participantes del proyecto− propusieron Cita a ciegas, como un reto que ayudara a «abrir la mente y el corazón para empezar a pensar un dibujo en común con otro artista, que muy seguramente tiene un hacer y un pensamiento muy diferente al suyo». Cita a ciegas es un proyecto de pares, en todos los sentidos, en el que dieciocho artistas contemporáneos colombianos se juntaron para realizar a cuatro manos dos dibujos por pareja. Los autores intelectuales del proyecto invitaron a María José Arjona, Alberto Baraya, César del Valle, Wilson Díaz, César González, Manuel Kalmanovitz, Juan Mejía, Víctor Laignelet, Mateo López, Beltrán Obregón, Bernardo Ortiz, Lucas Ospina, Nicolás París, Camilo Restrepo, María Isabel Rueda y Gabriel Silva a tener una cita −a veces ciega, otras no− con otro artista que era seleccionado al azar, disponiendo todos los nombres en una bolsa y extrayendo de a uno y uniendo con el siguiente, hasta conformar las nueve parejas. 

La metodología para elaborar el dibujo y la correspondencia se dejó abierta para que cada artista y pareja definiera con toda libertad su forma de trabajo, teniendo en cuenta sus propios procesos creativos, sus intereses, sus puntos de encuentro, o incluso de separación. 

Recordando las propuestas del Arte Postal, en la que los artistas de las décadas del setenta y ochenta intercambiaban su producción artística −especialmente postales, dibujos, collages y cartas− como respuesta a la escasez de medios y plataformas de difusión, Cita a ciegas se propuso como un ejercicio creativo para conectar la producción de dos artistas por medio del correo postal, interviniendo cada uno el papel de 100 x 70 centímetros que recibió al inicio del proyecto, y enviándolo a su pareja para comenzar la creación colectiva, y así sucesivamente hasta dar por terminada la obra. 

Aunque en este caso también se sumaron otras tecnologías de información, restando relevancia al correo y usándolo más como medio de intercambio físico del dibujo, los nuevos medios de comunicación ayudaron a que las relaciones entre el texto y la imagen cobraran un lugar importante en el proceso; recurriendo a procedimientos propios del Dadaísmo y el Surrealismo −el azar, la escritura y el dibujo automático, y hasta la telepatía − los artistas contemporáneos asumieron sus citas como una excusa para dar lugar a otras cosas, más allá del objeto artístico, dando valor al intercambio, la espontaneidad, la conversación constante y la incertidumbre, al perder el control total de la creación.

Las citas, y el reto en general, invitaron a cada artista a observar con más detalle el trabajo de sus pares, lo que sin duda generó un ambiente propicio para ampliar las posturas personales. Los dibujos que se exponen en Cita a ciegas son solo un fragmento de las relaciones que surgieron durante los últimos meses entre este grupo de artistas. Las demás relaciones se quedan principalmente en cada uno de ellos, algo que suele suceder en proyectos de este tipo, donde el proceso es siempre mucho más relevante, y seguramente más extenso en el tiempo; otra parte de esas relaciones se plantea en las biografías de los artistas y las reseñas de cada pareja.


Erika Sosa Restrepo